De todos los flujos migratorios que transitan por tierra costarricense, uno tiene una mayor presencia de mujeres: el procedente de otros países centroamericanos. A veces viajan en familia, pero muchas otras lo hacen solas con menores a su cargo o con personas adultas mayores. Se trata así pues de un perfil de mujeres que emprenden la ruta y que continúan siendo cuidadoras.

Adam Álvarez, director de programas del Servicio Jesuita a Migrantes-Costa Rica (SJR-CA): “El SJM-CR promueve la creación y fortalecimiento de grupos de autoconfianza entre mujeres”

El SJM tiene presencia en Costa Rica desde 2004 y orienta su actividad en 4 áreas principales:

  • asistencia humanitaria y acompañamiento socio-jurídico y sanitario.
  • apoyo para el empleo sobre todo a mujeres con iniciativas de emprendimiento.
  • apoyo y acompañamiento a mujeres, particularmente víctimas de violencia basada en género (VBG.
  • iniciativas sociopolíticas en torno a la cultura de Hospitalidad.

¿Cómo articula su trabajo de acompañamiento y apoyo a mujeres migrantes el SJM-Costa Rica?

En torno al  70% de las personas atendidas por el SJM- CR son mujeres porque hay un importante número de mujeres en rutas migratorias, pero también porque forma parte de nuestra apuesta institucional por priorizar la atención a mujeres. Desde el SJM se proporciona acompañamiento dirigido a mujeres, sobre todo en los casos violencia basada en género (VSG), pero también en el caso de que se den vulneración de derechos en el acceso a servicios sanitarios y educativos. Otro aspecto que nos preocupa tiene que ver con los cuidados de las personas con las que viven, y además porque muchas de las mujeres que llegan al país se emplean en actividades vinculadas al trabajo doméstico.

Llevamos a cabo acciones encaminadas al fortalecimiento de capacidades, para que las mujeres que quieran abandonar el sector doméstico puedan hacerlo y amplíen sus horizontes.  Trabajamos además con trabajadoras domésticas remuneradas llevando a cabo una importante labor de incidencia social y política. En cuanto al trabajo en acompañamiento psico-social el SJM-CR promueve la creación y fortalecimiento de grupos de autoconfianza entre mujeres, no solo para que compartan información sobre sus derechos, sino también para que tengan espacio de interacción entre ellas, de reconocimiento y para que generen redes de apoyo entre ellas.

Otra parte importante de la apuesta del SJM-CR tiene que ver con la defensa y acompañamiento de personas desplazadas por su orientación sexual y de identidad de género, que es una causa muy importante de desplazamiento en Nicaragua, El Salvador y Honduras. Es importante visibilizar este trabajo, y dar a conocer la situación de estas personas. Hay una serie de aspectos que se entrecruzan. Hay otras violencias, como las mujeres trans, la infancia que se ve empujada a la huída por la violencia en sus familias. Es importante asumir las diferencias y reconocer que se les persigue incluso dentro de los estados. Las rutas migratorias siempre son más peligrosas tanto para mujeres, como para personas desplazadas por su orientación sexual y de identidad de género, sobre todo en el caos de las mujeres trans, especialmente si están en esa fase de su transición donde es muy visible. Por no mencionar que las posibilidades de integración y de conseguir un empleo para una mujer trans son mucho más bajas, y muchas se ven obligadas a prostituirse.

¿La sociedad costarricense acoge de buen grado a la población migrante?

Es innegable que hay desigualdad, el desempleo ha aumentado, la pandemia ha hecho mucho daño, y eso ha influido. Hay una parte importante de la sociedad solidaria y acogedora que ve con buenos ojos la presencia de población migrante, como fuente de riqueza y representatividad del origen diverso del propio país. Tal y como declara la constitución en su primer artículo 1 Costa Rica es un país pluriétnico y multicultural. Pero otra parte de la sociedad tiene más resistencias a la llegada de población extranjera.

¿Cómo abordáis el trabajo con la infancia recién llegada?

En relación a la infancia enfocamos el trabajo en la prevención de la xenofobia trabajando directamente con y en contacto con el Ministerio de Educación. Acompañamos procesos para favorecer la regulación de niñas y niños, también haciendo frente a los gastos que esto supone.

Otra línea de trabajo tiene que ver con la prevención de violencia y de acoso y bulling que pueden ocurrir en las escuelas. En el acompañamiento a las familias cuidamos de detectar situaciones y brechas de género que se dan en la infancia, para que puedan identificar las diferencias entre una niña y un niño al jugar, las dinámicas, los espacios, diferencias que se dan, y lo hacemos en términos de avanzar en justicia de género.